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COMUNICACIÓN

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Un Mar de Vergüenza ante las muertes de seres humanos en el Mediterráneo

Comunicado de la Fundación Cepaim ante las muertes de seres humanos en el mar Mediterráneo

23/04/2015

Más de 800 muertos el domingo día 19 al naufragar un barco cerca de Libia lleno de personas, de seres humanos que intentaban alcanzar las costas europeas. Dos naufragios el lunes, uno frente a la isla griega de Rodas y otro frente a las costas de Libia. Casi 8.000 personas han muerto en el Mediterráneo en los últimos cuatro años huyendo de la guerra y de la más absoluta miseria, mientras Europa mira hacia otro lado y vuelve a reiterar, cuando los muertos se cuentan por centenares, las mismas palabras de dolor y solidaridad ausentes de medidas concretas que aborden las verdaderas causas de esta realidad que nos avergüenza como seres humanos y como sociedad.

Algunos gobiernos desvían la atención hacia la lucha contra el tráfico de seres humanos o se excusan en el consabido efecto llamada, y la Unión Europea, nuestra Unión Europea no acaba de tomar las medidas necesarias y urgentes para atender a las víctimas de desastres humanitarios, porque eso son quienes huyen de sus países por amenaza de muerte o de hambre.

 No debemos y no nos podemos permitir el seguir centrando las políticas migratorias en un mero control de las fronteras para impedir la llegada de estas personas a nuestros países, abandonándolos en manos de las mafias y dejándolos morir en el mar por un miope interés político, por miedo o desidia. ¿Qué clase de civilización, qué clase de democracia, qué clase de Europa estamos construyendo si somos incapaces de acudir en la ayuda de personas desesperadas que huyen del infierno? 

¿Qué clase de mundo desarrollado conformamos si no somos capaces de plantear políticas sostenibles de cooperación, de desarrollo, de fomento de la democracia que permitan atajar de raíz las causas que provocan que miles, millones de personas tengan que abandonar sus familias, pueblos y países por pura supervivencia?

Apuntar a las mafias es matar al mensajero, por muy cruel que éste sea. Refugiarnos en el efecto llamada es negar nuestra responsabilidad, fomentar la política del miedo y desviar la atención hacia el efecto y no hacia la causa. La causa es la guerra, la causa es la desigual distribución de los bienes, la causa es la pobreza de millones y millones de personas provocadas por un sistema económico, político y social insostenible por depredador y corrupto. Si la globalización económica es sinónimo de acumulación de riqueza en pocas manos y países y miseria y guerra para la inmensa mayoría, los océanos no tardarán de llenarse de cadáveres, alguno de los cuales, quizás algún día, pueda ser el nuestro.

¿Es ese el futuro que queremos? La repuesta debe ser un rotundo NO.

Sabemos que otro futuro es posible. Y para ello debemos hablar claro, no dejarnos engañar, luchar y presionar a nuestros gobernantes para que viren sus políticas hacia el bienestar de las personas y los pueblos.

Es una cuestión de Dignidad, de Principios, de Humanidad y de pura Supervivencia.

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