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02/09/2025
Aylan Kurdi huyó con su familia del conflicto armado en Siria. A falta de otra alternativa, iniciaron una peligrosa travesía por mar. Junto con Aylan, murieron su hermano Galip, su madre Rehan y otras 10 personas que habían intentado alcanzar las islas griegas desde Turquía. La trágica historia de esta familia de origen kurdo y, en concreto, el pequeño Aylan, se convirtió en un símbolo de la crisis de acogida y solidaridad de Europa frente a la magnitud de la tragedia en Siria y en otros países gravemente afectados por los conflictos.
En aquel 2015 se registraron hasta un millón de personas llegadas a las costas de Europa: al menos 3500 perdieron la vida intentándolo. Sin embargo, a medida que la atención mediática se fue disipando, la consternación inicial dejó paso a la invisibilización de la violencia, en muchas ocasiones letal, de unas políticas europeas de migración y asilo que se han ido alejando progresivamente de la lógica basada en los derechos humanos.
Más de 3500 “Aylan Kurdi”
En los últimos 10 años se han registrado cerca de 3500 muertes y desapariciones de niñas y niños en el Mediterráneo Central según UNICEF, lo que equivale a una muerte al día. La tragedia es aún más desoladora considerando que muchas más han perdido la vida en otras rutas marítimas, al menos 62 en lo que va de año, y que, en cualquier caso, estas cifras sólo recogen los accidentes registrados: miles de personas desaparecen en el mar sin dejar ningún rastro.
Muchas de estas niñas y niños, como Aylan, tienen un nombre que nunca ha de borrarse de la historia. Más de 2000 kilómetros separaban a Mami, de 5 años, y a su madre de El Hierro. Ambas fueron víctimas en uno de los más recientes accidentes acaecidos en el que, al procurar desembarcar en la isla, su cayuco volcó, falleciendo ahogadas. Junto a ellas viajaban casi una treintena de niñas y niños.
En 2023 la madre de Lilia, de tan solo 8 meses, pagó 7000 euros por embarcar junto a su hija en una zodiac precaria con capacidad para cinco personas, en la que subieron 16. Ninguna llegó a destino. El cuerpo de Lilia fue descubierto en Tarragona por un trabajador de la limpieza tras permanecer más de un día sobre la arena; los bañistas la habían confundido con un muñeco.
Yamila de 5 años y Yusuf de 6 meses pudieron ser rescatadas de las embarcaciones, pero sus vidas no pudieron salvarse. Yamila falleció en el helicóptero de rescate; su cuerpo permaneció siete meses en la morgue sin poder ser identificado por sus padres, quienes residían en Francia y se enfrentaban al riesgo de ser deportados. El pequeño Yusuf falleció en el barco de la ONG española Open Arms tras ser rescatado junto a otras 250 personas.
Eléne, de 2 años, llegó al muelle de Arguineguín en parada cardiorrespiratoria tras sobrevivir a cuatro días de travesía. Murió a los pocos días como consecuencia de la deshidratación extrema. Junto a ella habían embarcado otras tres niñas y niños que no llegaron nunca. Samuel y su madre zarparon desde Tánger en una barca de plástico de juguete con otras nueve personas. Ninguna de ellas lo logró. El cuerpo de Samuel apareció 16 días después en la costa de Barbate, mientras que el de su madre lo hizo más tarde en una playa de Argelia.
Los derechos de las niñas y los niños migrantes, a la deriva en la UE
Las muertes de Aylan, Mami, Lilia, Yamila, Eléne, Yusuf y Samuel no son anecdóticas, sino el resultado de unas políticas de migración y asilo enfocadas en la contención y la disuasión, en lugar de la protección. La adopción el pasado año del Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) refuerza la cooperación de la gestión migratoria con terceros países, muchos de los cuales presentan problemas en materia de derechos humanos, con el objetivo de contener los flujos migratorios, prevenir la migración irregular y facilitar los retornos. En contraposición, las vías legales y seguras que permiten acceder a la protección internacional de forma efectiva apenas se contemplan.
El Pacto introduce algunos avances respecto a la protección de la infancia, como referencias al interés superior del menor en cuestiones como la evaluación de las solicitudes de asilo, el enfoque de infancia en el derecho a la información y en la entrevista personal, la obligación de garantizar que el personal encargado de las solicitudes de niños y niñas reciban formación especializada, y prioriza la realización de pruebas multidisciplinares para la determinación de la edad. Pese a estos aspectos positivos, mantiene y amplía los motivos por los que se puede someter a un menor sin referentes familiares al procedimiento acelerado. También introduce la aplicación obligatoria del procedimiento fronterizo a menores no acompañados que se consideren “un peligro para la seguridad nacional”. Por otro lado, en el procedimiento de triaje, el plazo reducido de siete días dificulta la correcta detección de vulnerabilidades, incluidas la de la identificación de las niñas y niños, entre otros obstáculos.
Garantizar la protección de la infancia en origen, travesía y destino
Frente a la instrumentalización política y mediática que despoja a las infancias racializadas y en movimiento de su condición primera y fundamental, la de niñas y niños, es preciso subrayar la obligación legal que incumbe a la práctica totalidad de los Estados de promover y proteger de forma efectiva sus derechos, sin discriminación basada en su estatus migratorio o en cualquier otra condición. Los derechos de la infancia y la consideración del interés superior de cada niña y niño no se detienen en las fronteras, sino que les amparan y viajan con ellas en su travesía y destino, tal y como señala UNICEF.
Para lograr su protección efectiva, urge poner en marcha vías legales y seguras de acceso al procedimiento de asilo que eviten obligarles a arriesgar sus vidas en rutas cada vez más peligrosas. Es necesario poner fin a los acuerdos de externalización de fronteras con terceros países, así como a las devoluciones ilegales y sumarias, asegurando que sus derechos sean respetados y protegidos en todo momento.
En el marco de la UE, es necesario promover el principio de solidaridad y responsabilidad compartida, defendiendo la creación de un mecanismo permanente de cuotas obligatorias de reubicación entre los distintos Estados miembros. En España será fundamental implementar el Nuevo Pacto Europeo sobre Migración y Asilo desde un enfoque que priorice la protección de las personas y la garantía de sus derechos, con especial atención a las niñas y niños en línea con el derecho internacional y europeo en materia de derechos humanos; así como reforzar complementariamente el sistema nacional de protección de la infancia para garantizar la seguridad y dignidad de los niños y niñas en riesgo de explotación y violencia, especialmente de quienes migran solos. La vida de miles de niños y niñas está en juego.